Castillos de arena que nunca se construyeron: El verano en que aprendí a perder
Ese verano, cuando mi padre se casó por segunda vez, me vi obligada a convivir con una familia nueva y a buscar mi lugar entre desconocidos. Lo más difícil fue acercarme a mi nueva hermanastra, Lucía, cuya sinceridad me hería sin querer. En las playas de la Costa Brava, entre olas y castillos de arena, descubrí lo duro que es ser aceptada y cuánto puede doler una verdad dicha sin compasión.