Puertas que se cierran: el día que mi suegra se marchó
Mi suegra llegó sin avisar y se fue enfadada, dejando tras de sí un silencio incómodo. Mi marido me culpó por no ofrecerle ni un café, y la tensión familiar explotó en nuestra pequeña cocina madrileña. Ahora, me pregunto si alguna vez podré encajar en su familia o si las heridas seguirán creciendo.