Entre la sangre y el orgullo: una puerta cerrada en Madrid
Me llamo Clara y nunca imaginé que un simple favor a mi hermana pudiera destrozar los cimientos de mi familia. Cuando Lucía me pidió refugio en mi piso de Madrid para ella y sus hijos, acepté con reservas, pero la convivencia pronto se volvió insostenible. Ahora, tras echarlas de casa, me debato entre la culpa y la convicción de haber hecho lo correcto.