El silencio de los abuelos: Cuando la familia no es refugio
Me llamo Lucía y nunca olvidaré la noche en que mi suegra, Carmen, me miró a los ojos y me negó la ayuda que tanto necesitábamos para comprar nuestro primer piso. Mi marido, Álvaro, y yo habíamos luchado durante años para ahorrar, pero la realidad de los sueldos bajos y los alquileres imposibles en Madrid nos asfixiaba. La decisión de sus padres, acomodados y distantes, no solo nos dejó sin casa, sino que abrió una herida profunda en nuestra familia.