El Último Apuesta del Amor: Entre el Corazón y la Sangre
A los setenta y cinco años, decidí volver a casarme, convencido de que el amor no tiene edad. Mi decisión desató una tormenta familiar que nunca imaginé, enfrentándome a mis hijos y a mis propios miedos. Ahora, solo en mi casa de Madrid, me pregunto si el precio que pagué por amor fue demasiado alto.