Lo que nunca se limpia con lejía: una historia de familia, orgullo y heridas invisibles
Entré en la casa de mi hijo creyendo que ayudar era un acto de amor, pero una simple limpieza de baño desató una tormenta de reproches y viejas heridas. Mi nuera, Elena, me enfrentó con palabras que aún resuenan en mi pecho, y mi hijo, Sergio, quedó atrapado entre dos mujeres que solo querían lo mejor para él y su hijo. Ahora me pregunto si el amor puede sobrevivir a los malentendidos y al orgullo.