El Desastre Amoroso de mi Hermana: Una Búsqueda de Amor en la Ciudad

—¡Dale, Sofía! ¿Cuántas veces más vas a rechazar a alguien antes de que te quedes sola como la tía Marta?— Nicole me miraba con esos ojos chispeantes, la copa de vino en la mano y el pelo revuelto por la humedad de Buenos Aires. Era viernes por la noche y estábamos en un barcito de Palermo, rodeadas de risas, luces tenues y el aroma a pizza recién horneada.

Yo suspiré, removiendo el hielo en mi vaso. —No es tan fácil, Nico. No quiero salir con cualquiera solo porque la abuela Bárbara me lo repite cada domingo.

Nicole soltó una carcajada. —¡Por favor! Si fuera por la abuela, ya estarías casada con el hijo del carnicero. Pero tranquila, yo te voy a conseguir al hombre perfecto. Confía en mí.

Así empezó todo. Nicole, mi hermana menor, se propuso encontrarme novio como si fuera un proyecto personal. Ella siempre fue la extrovertida, la que bailaba arriba de las mesas en las fiestas familiares y nunca le faltaban pretendientes. Yo, en cambio, era más reservada, prefería los libros y las charlas tranquilas.

La primera cita fue con Martín, un amigo suyo del gimnasio. Alto, simpático, pero hablaba solo de crossfit y proteínas. A los veinte minutos ya estaba mirando el reloj. Nicole me esperaba afuera, ansiosa.

—¿Y? ¿Te gustó?

—Es lindo, pero no tenemos nada en común.

Nicole rodó los ojos. —Sos demasiado exigente.

La segunda cita fue peor: Julián, un abogado que no paró de hablar de sí mismo y ni siquiera preguntó cómo me llamaba. Salí del café frustrada.

—¡No puede ser!—exclamó Nicole—. ¿Qué querés? ¿Un príncipe azul?

—No quiero un príncipe. Solo alguien que me escuche.

Mientras tanto, la presión familiar aumentaba. Cada domingo en la casa de la abuela Bárbara era una tortura.

—Sofía, hija, ¿y el novio para cuándo?— preguntaba la abuela mientras servía empanadas.

Nicole intervenía rápido: —Ya está saliendo con alguien, abue. Pronto te va a traer sorpresas.

Yo le lanzaba una mirada asesina a Nicole bajo la mesa. Ella solo sonreía y me apretaba la mano.

Las semanas pasaron entre salidas fallidas: un contador obsesionado con los números, un músico bohemio que no creía en las relaciones estables, un ingeniero que solo hablaba de fútbol. Cada vez que volvía a casa después de una cita desastrosa, Nicole me esperaba con mate y medialunas.

—No te desanimes, Sofi. El amor llega cuando menos lo esperás.

Pero yo empezaba a dudarlo. Sentía que estaba buscando algo que no existía o que no era para mí. Y lo peor era la mirada triste de la abuela cada vez que le decía que seguía soltera.

Una noche, después de otra cita fallida, exploté.

—¡Basta, Nicole! No quiero más citas arregladas. Me siento como si estuviera en oferta en una feria.

Nicole se quedó callada un momento y luego bajó la voz:

—Perdón, Sofi. Solo quería ayudarte… Es que yo tampoco sé si lo que tengo con Tomás es real o solo es para cumplir con lo que esperan todos.

Me sorprendió su confesión. Siempre pensé que Nicole tenía todo resuelto en el amor.

—¿Vos también sentís esa presión?

Nicole asintió. —La abuela me pregunta por casamiento cada vez que puede. Y mamá ya está pensando en nietos…

Nos abrazamos en silencio. Por primera vez entendí que no era la única atrapada entre expectativas ajenas y mis propios deseos.

El domingo siguiente, durante el almuerzo familiar, la abuela volvió a preguntar:

—¿Y? ¿Alguna novedad?

Respiré hondo y le respondí:

—Abuela, estoy bien así como estoy. No quiero apurarme ni casarme solo por cumplir con nadie. Cuando llegue alguien especial, lo vas a conocer. Pero mientras tanto, quiero ser feliz conmigo misma.

La abuela me miró largo rato y luego sonrió suavemente:

—Tenés razón, nena. Mejor sola que mal acompañada…

Nicole me guiñó un ojo desde el otro lado de la mesa y sentí una paz nueva dentro mío.

Esa noche salimos a caminar juntas por la ciudad iluminada. Ya no buscábamos nada ni a nadie; solo compartíamos el momento.

A veces me pregunto: ¿cuántas veces nos dejamos llevar por lo que esperan los demás? ¿No sería mejor escucharnos más a nosotros mismos antes de buscar afuera lo que nos falta adentro?