El Regreso de Nathan: Un Encuentro con el Pasado
«¡No puedo creer que estés aquí, Nathan!» exclamé, mi voz temblando mientras mis ojos se encontraban con los suyos en medio del bullicioso mercado del centro de Ciudad de México. El tiempo parecía haberse detenido, y el ruido de los vendedores y compradores se desvaneció en un murmullo lejano. Nathan sonrió, esa sonrisa que no había cambiado en veinte años, y mi corazón dio un vuelco.
«Hola, Valeria,» respondió él con una suavidad que me hizo recordar por qué alguna vez había estado tan enamorada de él. «Es increíble verte después de tanto tiempo.»
El aire estaba cargado de emociones no dichas, y por un momento, me sentí como aquella joven de dieciocho años que había rechazado su propuesta de matrimonio. Había creído que casarme con Mason me llevaría a una vida mejor, lejos del pequeño pueblo donde crecimos. Mason era ambicioso, tenía planes de mudarse a la ciudad y prometía un futuro lleno de oportunidades.
«¿Cómo has estado?» preguntó Nathan, sacándome de mis pensamientos.
«He estado… bien,» mentí, mientras mi mente viajaba a los últimos años de mi vida. Mason y yo habíamos tenido nuestros momentos felices, pero también muchas dificultades. Su ambición se había convertido en una obsesión por el trabajo, dejándome sola en una ciudad que nunca sentí como mi hogar.
«¿Y tú?» pregunté, genuinamente interesada en saber qué había sido de su vida.
Nathan suspiró y miró a su alrededor antes de responder. «He viajado mucho. Después de que te fuiste, decidí ver el mundo. Me establecí en Buenos Aires hace unos años.»
La conversación fluyó naturalmente entre nosotros, como si el tiempo no hubiera pasado. Caminamos por las calles del mercado, recordando viejos tiempos y compartiendo nuestras experiencias. Me contó sobre su trabajo como fotógrafo y cómo había encontrado belleza en los lugares más inesperados.
«Siempre tuviste un ojo para lo hermoso,» le dije, admirando su pasión por su arte.
«Y tú siempre fuiste mi musa,» respondió él con una mirada que me hizo sentir vulnerable.
Mientras hablábamos, no pude evitar pensar en cómo habría sido mi vida si hubiera dicho «sí» a Nathan en lugar de «no». ¿Habría sido más feliz? ¿Habría encontrado la paz que tanto anhelaba?
De repente, mi teléfono sonó. Era Mason. Dudé antes de contestar, pero finalmente lo hice.
«Hola, Mason,» dije con voz apagada.
«Valeria, ¿dónde estás? Necesito que vengas a casa. Tenemos que hablar sobre la reunión con los inversores,» dijo él sin preámbulos.
«Estoy en el mercado,» respondí, sintiendo una punzada de frustración. «Podemos hablar más tarde.»
Colgué antes de que pudiera protestar y volví mi atención a Nathan.
«¿Problemas en casa?» preguntó él con empatía.
Asentí lentamente. «Mason está siempre ocupado con el trabajo. A veces siento que soy solo una sombra en su vida.»
Nathan me miró con comprensión. «Valeria, nunca es tarde para buscar lo que realmente quieres.»
Sus palabras resonaron en mí durante días después de nuestro encuentro. Me encontré reflexionando sobre mi matrimonio con Mason y las decisiones que había tomado. ¿Había sacrificado demasiado por una promesa de estabilidad? ¿Había olvidado lo que realmente significaba ser feliz?
Finalmente, después de noches sin dormir y muchas lágrimas derramadas, decidí hablar con Mason sobre cómo me sentía. Fue una conversación difícil; él estaba tan inmerso en su mundo que no se había dado cuenta de lo infeliz que era yo.
«Valeria, no sabía que te sentías así,» dijo él con sinceridad. «Quiero arreglar las cosas entre nosotros.»
Pero algo dentro de mí ya había cambiado. Sabía que necesitaba encontrar mi propio camino, uno que no estuviera definido por las expectativas o los sueños de otra persona.
Unos meses después, tomé la decisión más difícil de mi vida: dejar a Mason y comenzar de nuevo. Fue aterrador y liberador al mismo tiempo.
Volví a encontrarme con Nathan antes de partir hacia Buenos Aires para comenzar una nueva etapa.
«Gracias por recordarme quién soy,» le dije mientras nos despedíamos.
Él sonrió y me abrazó con fuerza. «Siempre estaré aquí para ti, Valeria.»
Mientras el avión despegaba hacia mi nueva vida, me pregunté si alguna vez encontraría la felicidad completa o si siempre estaría persiguiendo sombras del pasado. ¿Es posible realmente empezar de nuevo sin mirar atrás? ¿O estamos destinados a vivir con las decisiones que tomamos? La vida es un viaje incierto, pero estoy lista para descubrirlo.