Desde el Pasado: «Vio a su Exmujer en la Caja. Estaba Irreconocible»
Javier estaba en la cola del concurrido supermercado, su mente ocupada con las tareas mundanas del día. Mientras escaneaba distraídamente las filas de chocolatinas y revistas, sus ojos se posaron en una figura familiar en la caja. Era su exmujer, Marta. Se veía diferente: radiante, segura de sí misma y llena de vida. Su cabello estaba peinado en suaves ondas y llevaba un vestido rojo brillante que acentuaba su nuevo resplandor.
El corazón de Javier dio un vuelco. Habían pasado años desde su divorcio, un capítulo doloroso marcado por malentendidos y palabras no dichas. Recordó la última vez que la vio, cómo se habían separado con amargura y arrepentimiento. Pero ahora, al verla tan transformada, no pudo evitar sentir una mezcla de emociones: nostalgia, admiración y un toque de tristeza.
Marta no lo notó mientras charlaba con el cajero, su risa resonando en el aire como una melodía. Javier la observó mientras recogía sus bolsas con gracia y pasaba junto a él, sus tacones resonando contra el suelo de baldosas. Parecía estar en su propio mundo, ajena a su presencia.
Cuando desapareció por las puertas automáticas, Javier sintió una punzada de arrepentimiento. Deseaba poder retroceder en el tiempo para arreglar lo que se había roto entre ellos. Pero la vida había seguido adelante, y Marta también. Suspiró y continuó con sus compras, tratando de sacudirse los recuerdos persistentes.
Esa misma noche, Javier se sentó solo en su pequeño apartamento, rodeado de silencio. No podía dejar de pensar en Marta y cuánto había cambiado. Se preguntaba qué había provocado esa transformación: ¿un nuevo trabajo, una nueva relación o simplemente un renovado sentido de autoestima?
Decidido a averiguarlo, Javier decidió contactar a un viejo amigo en común que podría saber más sobre la vida actual de Marta. Envió un mensaje rápido y esperó ansiosamente una respuesta. Para su sorpresa, el amigo respondió casi de inmediato, invitándolo a una pequeña reunión ese fin de semana donde Marta estaría presente.
Llegó el día de la reunión y Javier se encontró sintiéndose tanto emocionado como nervioso. Al entrar en el acogedor salón lleno de caras conocidas, divisó a Marta al otro lado de la habitación. Estaba inmersa en una conversación, sus ojos brillando de alegría.
Cuando sus miradas finalmente se cruzaron, la expresión de Marta cambió de sorpresa a calidez. Se acercó a él con una sonrisa que disipó cualquier tensión persistente entre ellos.
«Javier,» dijo suavemente, «ha pasado mucho tiempo.»
«Demasiado,» respondió él, sintiendo cómo un alivio lo invadía.
Pasaron la noche poniéndose al día, compartiendo historias de sus vidas desde el divorcio. Marta habló de su viaje hacia el autodescubrimiento, cómo había comenzado a pintar y encontrado consuelo en la creatividad. Javier escuchó atentamente, dándose cuenta de cuánto había echado de menos escuchar su voz.
Cuando la noche llegó a su fin, Marta miró a Javier con sinceridad en sus ojos. «Me alegra que nos hayamos encontrado,» dijo. «Es bueno verte bien.»
Javier asintió, sintiendo cómo se levantaba un peso de sus hombros. «Yo también me alegro,» admitió. «¿Quizás podríamos empezar de nuevo como amigos?»
Marta sonrió cálidamente. «Me gustaría eso.»
Cuando se despidieron esa noche, Javier sintió un renovado sentido de esperanza. El pasado quedaba atrás y, aunque no podían cambiarlo, podían abrazar el futuro con corazones abiertos.