Siempre estuve para mi hermana, pero cuando yo la necesité…
Me llamo Carmen, tengo 61 años y siempre creí que la familia era lo más importante. Durante décadas fui el apoyo incondicional de mi hermana menor, Lucía, hasta que un día, cuando más la necesitaba, me dio la espalda. Esta es la historia de cómo el sacrificio y la lealtad pueden volverse en contra, y de cómo enfrenté la soledad y el desengaño familiar.