La deuda invisible: Cuando el corazón ya no alcanza
Vivo en un edificio antiguo en la Ciudad de México, donde la solidaridad entre vecinos es ley no escrita. Sin embargo, mi generosidad con la hija de mi vecina, Mariana, se ha convertido en una carga emocional y económica. Ahora, enfrentada a la incomodidad de poner límites, me pregunto cómo decir basta sin romper la frágil armonía que nos une.