El día que mi corazón se rompió en mil pedazos

«¿Cómo pudiste hacerme esto, Anthony?» grité con la voz quebrada, mientras sostenía el micrófono con una mano temblorosa. El salón de eventos estaba decorado con flores blancas y luces cálidas, pero en ese momento todo se sentía frío y distante. Los invitados, que hasta hace unos minutos reían y conversaban animadamente, ahora guardaban un silencio sepulcral. Mis padres, sentados en la primera fila, me miraban con una mezcla de sorpresa y preocupación.

Todo comenzó hace unas semanas, cuando una intuición me llevó a revisar el teléfono de Anthony. No era algo que soliera hacer, pero había notado su comportamiento extraño: llamadas a deshoras, mensajes que llegaban y él rápidamente ocultaba. Mi corazón se hundió cuando vi los mensajes de texto entre él y una tal «Carla». Eran explícitos, llenos de promesas y encuentros secretos. Sentí como si alguien me hubiera arrancado el alma.

«Ariana, por favor, no hagas esto aquí», susurró Anthony, acercándose a mí con una expresión suplicante. Pero ya era demasiado tarde. Había tomado la decisión de no quedarme callada, de no permitir que mi vida comenzara con una mentira tan grande.

«No puedo casarme contigo», dije con firmeza, mirando directamente a sus ojos. «No después de lo que descubrí». Saqué mi teléfono y comencé a leer los mensajes en voz alta. Cada palabra era como una daga que se clavaba en mi corazón, pero también era un acto de liberación.

Los murmullos comenzaron a llenar el salón. Algunos invitados se levantaron de sus asientos, otros miraban a Anthony con desaprobación. Mi madre se llevó las manos al rostro, mientras mi padre se ponía de pie, listo para intervenir si era necesario.

«Ariana, esto no es lo que parece», intentó justificarse Anthony, pero su voz apenas era audible entre el murmullo creciente de los invitados.

«¿No es lo que parece?», respondí con incredulidad. «¿Entonces qué es? ¿Una broma? ¿Un malentendido?». Las lágrimas comenzaron a correr por mis mejillas, pero no me detuve. «He sido fiel, he sido comprensiva y he estado a tu lado en todo momento. ¿Y así es como me pagas?».

Anthony bajó la cabeza, incapaz de sostener mi mirada. Sabía que no había excusa que pudiera reparar el daño hecho.

Mis amigas se acercaron para apoyarme, rodeándome con sus brazos en un intento de consolarme. «Estamos contigo», me susurró Valeria al oído. Su apoyo me dio fuerzas para continuar.

«No puedo seguir adelante con esta farsa», declaré finalmente. «Merezco algo mejor que esto. Merezco alguien que me respete y me ame de verdad».

Con esas palabras finales, dejé caer el micrófono y salí del salón con la cabeza en alto, aunque mi corazón estaba destrozado. Sentía las miradas de todos sobre mí mientras caminaba hacia la salida, pero ya no me importaba.

Una vez afuera, el aire fresco golpeó mi rostro y respiré profundamente. Era libre. Libre del engaño y la traición. Libre para comenzar de nuevo.

Mientras me alejaba del lugar que se suponía sería el inicio de mi nueva vida junto a Anthony, reflexioné sobre lo sucedido. ¿Cómo es posible que alguien a quien amé tanto pudiera traicionarme de esa manera? ¿Cómo pude ser tan ciega? Pero más importante aún, ¿cómo seguir adelante después de esto?

Quizás nunca tenga todas las respuestas, pero sé que este es solo el comienzo de una nueva etapa en mi vida. Una etapa donde prometo ser fiel a mí misma antes que a nadie más.